martes, 31 de diciembre de 2013

Pasito a pasito

Y así, pasito a pasito, llegamos a final de año. Otro más. Es mi 35 fin de año, pero nunca es igual, porque yo tampoco soy igual. Ninguno somos igual. Sumamos experiencias, que aunque algunas sean repetidas, el hecho de vivirlas de nuevo, hacen que nuestra actitud ante ellas sea diferente.

El paso del tiempo es rápido, no nos damos cuenta de los segundos, los minutos, las horas, los días... Y no siempre podemos escoger en qué lo queremos invertir. Pero, si lo valoráramos como un tesoro, escogeríamos mejor como invertir el tiempo, nos dejaríamos de "milongas" y aprovecharíamos el presente.

Desconozco otras generaciones, pero a la mía nos han educado para pensar en el futuro, actuar de una determinada manera porque el día de mañana... ¿y hoy?

Hoy toca hacer balance, no mirar  el futuro sino el pasado reciente,pero no con esa nostalgia que canturreaba Karina en su Baúl de los recuerdos, sino para observar que las cosas cambian. Sí, sí... no sólo nos han salido tres o cuatro canas más, sino que ya no hay vuelta atrás. Y ¡qué maravilla!

Mi balance, a todas luces, es positivo. y curiosamente, siempre me tiro hacia valorar mis relaciones, mi gente, mis compañeros de viaje.

He recuperado mi amor por la montaña y he encontrado un grupo bien majete con quien compartir, aprender y disfrutar. Miles de gracias por la Ruta de Pedra en Sec, el Toubkal, Pedraforca, Besiberri, La Mola, Puigmal, Puigsacalm, etc. 

He consolidado amistades que lanzan millones de propuestas y que solamente un 25% de ellas se lleva a cabo, pero aún así, las quiero, las adoro. Nos quedan tantas cosas por hacer, tantos cafés de confesiones y tantas noches que quemar.

He podido ver como la relación con mi familia se continúa situando en un pilar importantísimo de mi vida, a pesar que la "niña pequeña" ya no sea ni tan niña ni tan pequeña. Doy fe que hay lugar para mí, para la adulta que no quería crecer y que sin embargo ha crecido (y parece que no tan mal, ¿no?)

Mantengo cercanía, complicidad, comprensión, superación con mis otras amistades, acompañantes de estudios, de profesión, de viajes, de alegrías y de penas. Juntas hemos creado un lenguaje nuevo que nos da soporte, que nos apoya y que nos empuja a saltar. Luego ya veremos cuanta agua hay en la piscina.

He pasado por situaciones complejas, en las que ni siquiera me soportaba a mi misma pero como todo pasa, pues ya está. De algo me han servido. Mis compis de trabajo me han soportado y sufrido.

Me he formado aprendiendo competencias interesantes para mi mundo profesional. He hecho el payaso con un grupo de locuelos encantador. He deseado, he sido deseada y he podido saciar mi deseo. Me he puesto en forma (no es por nada, pero estoy más buena que nunca ;-P). He empezado a vivir nuevas experiencias con lo emocionante que es eso.

Realmente, me ha gustado este 2013, a pesar de alguna que otra pérdida o alejamiento. Pero, a pesar de haber hecho balance, os diré lo que he leído en uno de esos vídeos en cadena que se envían por Whatsapp, para lo único que se debe mirar hacia atrás en la vida, es para verle el culo a alguien.

FELIZ 2014, porque el 2013 ya lo tenemos en el bolsillo.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Hacer el payaso

A pesar de que en ocasiones la visión de un payaso me ha generado cierta inquietud y malestar, asociando a esa cara blanca y nariz roja un lado oscuro, perverso y psicopático, mi deseo de realizar alguna actividad teatral me llevó a apuntarme a un curso de "clown" en un centro cívico de la ciudad donde vivo.

El motivo de cubrir esta curiosidad era el poder romper con la rutina, entendiendo que hacer el payaso podría resultarme cuanto menos relajante o liberador. Y en realidad así ha sido. En este espacio entre semana, acompañada de unos cuantos valientes, me dedico durante una hora y media a, simplemente, hacer el payaso.

Pero "hacer el payaso" tiene más miga de lo que parece. A medida que han ido pasando las clases, a través de las explicaciones del profesor y de las experiencias vividas, he ido descubriendo el mundo payaso. Es un mundo amable, rico y lleno de posibilidades para reflexionar sobre la vida.

El payaso vive de la sorpresa y la ilusión, pretende gustar, nunca dice que no a una propuesta. Tiene una mirada inocente, nueva, fresca. Derrocha sensibilidad y no le importa mostrar que lo que pasa, le afecta. Reconozco que me encantan estas características. Me gustaría que pudiéramos vivir lo que nos llega como si fuera la primera vez que lo vemos, lo sentimos, lo escuchamos. Me gustaría que cada propuesta fuera vivida como una aventura, como un juego, en el que lo importante sería implicarse, darlo todo, a pesar que no saliera como esperáramos. Porque la gracia del payaso es que vive el presente, es que se deja la piel en lo que hace, aunque pueda ser una absurdidad. No se da por vencido.

El payaso es transparente. No siente reparo a mostrar su miedo, su tristeza, su alegría o su enfado. Si, puede parecer que tras la nariz esconde su alma. Pero no es así. La nariz potencia su energía emocional.

El profesor nos dijo que el éxito del payaso reside en el fracaso. Mientras más fracasa, más gracia hace y por tanto, más carismático deviene. ¿Cuántas veces el miedo al fracaso nos ha paralizado? ¿Cuántas veces nos avergonzamos de perder, cuando suele ser común equivocarse? Es una lección que nos da el payaso. Él lo intenta a muerte y la mayoría de las veces no acaba consiguiendo lo que desea... Aún así, nos hace reír. Y de esta manera, el payaso ya está contento.

Con esto no quiero decir que nos conformemos con intentarlo, que no nos podamos entristecer si fracasamos. Pero quizás si que pienso que el éxito está sobrevalorado. También pienso que la imperfección puede ser hermosa, tierna si se muestra desde la autenticidad.

Recomiendo encarecidamente hacer el payaso siempre que se tenga la ocasión. Recomiendo ponerse la nariz roja, llenarse de ilusión, dejarse invadir por la sorpresa y ¡darlo todo!

miércoles, 16 de octubre de 2013

¡Hey, qué tengo voz!

Los que me conocen saben que trabajo en el ámbito de la salud mental. Esta mañana he tenido la oportunidad de asistir a una jornada sobre "la Atención Centrada en la Persona" (ACP). Es un, más o menos, nuevo modelo teórico que huye de la posición paternalista o asistencialista en la que muchos profesionales hemos caído alguna vez.

En ocasiones determinamos lo que creemos que es mejor para la persona con la que trabajamos sin tener en cuenta su opinión. Esto sucede y por eso, es necesario un cambio de cultura al respecto. La ACP va hacia ese camino.

Este tema tan sugerente es un debate constante, algo presente en mi día a día laboral. Me surgen muchísimas preguntas al respecto: ¿cómo acompañar a la persona? ¿cómo aceptar que sus recursos para expresar lo que siente o desea son diferentes y para ella, válidos, a los recursos que utilizo yo? ¿cómo saber lo que es bueno y malo para ella? ¿cómo evitar que se me olvide que, a pesar de su trastorno, la persona siente, vive, desea, rechaza, se frustra igual que yo, por las mismas o parecidas cosas que yo?

Son cuestiones que quiero tener presente cada día, cuando entro en relación con el otro. Yo sé mi lugar, pero ¿tengo en cuenta el lugar del otro? ¿quiero entender libremente el porqué actúa así? Craso error creerme con la sabiduría suficiente para conocer la motivación del otro sin ni siquiera preguntarle.

Y la vida, la experiencia, la relación me sorprende cada día. Precisamente esta tarde, en una visita después de la jornada, he encontrado un ejemplo de lo que digo. He recibido un regalo, hoy me han permitido acercarme a su persona. Debería estar más receptiva. En todo caso, he merecido la pena. 

domingo, 29 de septiembre de 2013

Fruto de la inspiración

Esta mañana he estado haciendo un poco de orden. Tengo por costumbre llevar en el bolso una libreta pequeña y un bolígrafo. Así, si me viene la inspiración, puedo anotar palabras con más o menos sentido y gracia.

Resulta que he encontrado una libreta gastada y hojeando (u ¿ojeando?) he visto este diálogo que escribí hace unos siete meses. Y he pensado en compartirlo. Es un poco extraño aunque para mí tiene sentido. Espero que os guste u os inspire.

- Hola, ¿qué tal?
- Hola, bien, gracias.
- ¿Qué haces?
- Pues, estaba pensando que llevo un tiempo teniendo un deseo. Pensé que era una simple inquietud, pero ahora diría que es un deseo.
- ¿Ah, si? Suena interesante. A mi también me ronda uno. ¿De qué se trata?
- Bueno, en realidad no lo tengo muy definido. Todavía le falta darle forma. ¿Sabes? Quiero construir algo, pero me temo que necesito ayuda. ¿Y qué me dices de tu deseo?
- Pues he descubierto que tengo mucho en mí que quiero darle salida, quiero poder compartirlo. Si te digo la verdad no sé por dónde empezar.
- Sí, es complicado. Y sobretodo porque empiezo a sospechar que nunca lo tendremos claro del todo. 
- Escucha... ¿quieres que te ayude a construir ese algo que deseas?
- ¡Ah! Pues buena idea.  Quizás de esta manera te pueda ayudar a dar salida a lo que quieres compartir.
- ¡Qué bien! Pero estoy pensando ¿y si lo que yo tengo no sirve para tu construcción?
- Bueno, si tú me ayudas, no será sólo mi construcción. Creo que me apetece compartirla, le da más sentido. Sería de los dos. Después de lo que tú aportarías, creo que no pertenecerá a uno sólo. Y si vamos construyendo y vemos que lo que construimos no nos gusta, podemos parar.
- ¿Parar antes de acabar?
- Creo que lo importante no es acabar, sino ir construyendo. Tampoco hay prisa, ¿no?
- Ya entiendo. Pero... ¿parar para qué?
- Um, no sé. Para ver lo construido y valorar si nos gusta, si se puede mejorar y si merece la pena esforzarse. O para darnos cuenta que quizás no queremos construir lo mismo o de la misma manera.
- ¡Ah! Pues... ¡Manos a la obra!

sábado, 21 de septiembre de 2013

Compañera

Sí, tú, compañera... siempre inoportuna. Vienes a mi lado y te quedas ahí, sin hacer nada, sin ninguna propuesta o plan interesante.

Y yo caigo, y me enredo al placer de tu compañía. Y es que eres dulce como un atracón de golosinas, que sabes que acabará con un dolor de estómago pero es inevitable desear prolongar el sabor de fresa en el paladar. Sí, cuando estás conmigo me invade la contradicción.

Esa contradicción que me hace humana pero que como buscadora de la perfección y el control no me puedo permitir ni un gramo. ¡Ah!¡Qué desazón! Quiero deshacerme de ti, sé que las alternativas a tu compañía quizás no son tan placenteras, pero sí más productivas. Y el tiempo es un factor tan valorado (¿o sobrevalorado?)

Márchate, te lo suplico. Cuando me invades, me abandono a tu suerte, al vacío seguro, a la ociosidad. Pero después, después me visita tu hermana la culpa, la responsabilidad y me reprende por andar con malas compañías.

Compañera pereza, sólo quiero pedirte que vengas con cita previa para que esté preparada. Quiero hacerte un huequito en mi vida, pero... no vengas sin avisar ¿es pedir demasiado?



miércoles, 18 de septiembre de 2013

La experiencia marroquí

Hace dos días que volví de mi viaje a Marruecos. Era la primera vez que salía de Europa y viajaba a un país con una cultura bastante diferente a la nuestra.

Lo cierto es que el viaje que he hecho no me ha permitido profundizar en la cultura marroquí, ya que era un viaje organizado y muy encarado al turista. Los marroquíes con los que tuvimos contacto eran personas que se dedicaban al turismo, con lo cual estaban acostumbrados a tratar con los occidentales.

Mientras íbamos en mini-bus por las carreteras de Marruecos de la montaña al desierto, podía ver gente esperando no se qué en los arcenes, bajo un árbol, sentados en el suelo o en una caja. Mujeres y niñas cargaban enormes hatillos de leña, hierba o comida. Bicicletas y motocicletas temerarias, con cascos minúsculos cuando no eran inexistentes. Niños a la caza del turista, intentando venderte cualquier cosa, desde un collar a una pajarita de mimbre, o sino, vendiendo su imagen en una foto por un miserable Dirham (0,10€). En Marrakech, el turista sentía la presencia constante de vendedores, falsos guías y buscavidas. Maneras de vivir, que diría Rosendo.

Pero más allá de las gentes, me impresionó los paisajes por los que pasamos. Los primeros días nos deleitamos con montañas rocosas más allá de los 3000 metros de altura. Fue muy emocionante el ser consciente que habíamos llegado a la cima de una montaña de 4167 metros, el Toubkal. Un reto personal, la sensación de superación física y mental, la alegría de compartir la gesta con unos buenos compañeros de viaje; muchas sensaciones invadían mi mente, mi ser. En la cima, mares de nubes, montañas unas detrás de otras como si no hubiera fin. Y me sentía minúscula ante tanta grandeza y a la vez, grande por estar allí.

Y Marruecos es color arcilla. Muchos poblados estaban construidos con adobe, casas de barro que se camuflaban con el entorno. Era creaciones sorprendentes, sencillas, una mezcla de fragilidad y robustez bastante curiosa. 

Un paisaje para mi realmente nuevo fue el Desierto de Merzouga. Arena naranja, sin mar, sólo arena y de vez en cuando alguna palmera. La experiencia de dormir en una haima como un bereber fue algo divertido. Y montar en dromedario aún lo fue más. Son animales realmente curiosos, con su joroba, su vaivén, su parsimonia y su hábito regurgitador. 


Mi primer viaje de aventura ha sido un éxito. La valoración es muy positiva. Estoy contenta con lo que he vivido y compartido con mis compañeros de viaje: las risas, las canciones, las confesiones, etc. Sin duda, quiero repetir, pero habrá que esperar a la próxima ocasión.

miércoles, 28 de agosto de 2013

De sueños y realidades

A través de Twitter, me he enterado que justo hoy hace 50 años del famoso discurso de Martin Luther King en Washington, donde hablaba de un sueño que confiaba que se haría realidad. Sin conocer demasiado este personaje histórico, me merece todo mi respeto y admiración, uno de esos líderes positivos que han hecho avanzar a la sociedad hacia lo que definimos como civilización, luchando pacíficamente (aunque suene contradictorio) para conseguir que los derechos humanos llegaran a todas las personas.

Estamos llenos de incongruencias que escapan del sentido común. ¿Qué pasa con los derechos humanos? ¿Son para todos? ¿La sociedad es capaz de hacer llegar a todo el mundo estos derechos? ¿De quién es la responsabilidad?

A través de Twitter me he enterado también de que hay un conflicto en Siria y el uso indiscriminado, cruel y gratuito de armas contra civiles. Tampoco he profundizado demasiado en este tema porque me pongo triste y de mal humor. Ya se ven por las redes sociales las protestas ciudadanas sobre lo que parece la intención de atacar a Siria por parte de EUA, haciendo oídos sordos a la ONU. De nuevo se entona el "No a la guerra", mientras un Nobel de la Paz y negro, como Martin Luther King, tiene la "capacidad" de decidir si tirar bombas desde un avión y destruir, mandar tanques y personas armadas como auxilio y ayuda humanitaria.

Vuelvo a repetir que estamos llenos de incongruencias. 50 años después, podemos recuperar el discurso de Luther King y siguen siendo necesarias palabras como éstas que hagan al mundo tambalear sus conciencias. Sí, yo también sigo soñando.

Os dejo el link del discurso y un fragmento que me ha parecido muy muy grande!

"Debemos evitar cometes actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio. Debemos conducir para siempre nuestra lucha por el camino elevado de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia física. Una y otra vez, debemos elevarnos a las majestuosas alturas donde se encuentre la fuerza física con la fuerza del alma"





domingo, 18 de agosto de 2013

Lo que cuesta desmontar un rol


Año 2013, en una sociedad supuestamente avanzada, después de muchas luchas, discusiones e intentos de cambio de mentalidad... todavía, todavía me entristece ver como aún hay roles femeninos que se intentan mantener a toda costa y roles masculinos nuevos que se han hecho para compensar esta discriminación histórica a la mujer. El sexismo existió, existe y existirá si no cambiamos la mirada.

Cuando anunciaba el contenido de esta entrada, un amigo me advirtió que tuviera en cuenta la imagen del hombre que se estaba transmitiendo. He de confesar que este comentario me ofendió en cierto modo, ya que yo compartía en las redes sociales que iba a hablar sobre el sexismo. Y el sexismo incluye, a mi modo de ver, el machismo y el "hembrismo" (para mí el concepto "feminismo" tiene el significado de un movimiento histórico en defensa de los derechos de la mujer). Así que a pesar de la simpatía de género que profeso, intento ser justa con la figura masculina y ya tenía previsto hablar de ese "hombre nuevo".

Muchos compartirán conmigo que la publicidad es un campo bien abonado de ejemplos de este reto social que todavía está por abordar. Pondré dos ejemplos que me sugirieron la entrada de este blog:

1. Anuncio radiofónico de una empresa de carsharing. Conversación de una madre y una hija. La hija explica excitada que ha conocido a un hombre inteligente porque, ¡ojo!, ha contratado esta empresa, puede disponer de coche siempre sin preocuparse de las facturas. A la que se oye de fondo la voz del padre despotricando por las facturas que llegan al buzón. Entonces la madre dice: "Hija, tú si que sabes escoger a un hombre..."
¿Cómo? ¡Atónita me quedé! Por varios motivos. Esa hija que "vende" a su novio, como si fuera un buen partido, que ha hecho una buena selección porque ha escogido a un hombre inteligente que sabe estar, que sabe organizar su economía, etc. ¿Y qué hay del amor? ¿Y qué tal un me hace reír, estamos a gusto, nos lo pasamos bien, me quiere, le quiero? El otro motivo es el desafortunado comentario de la madre, haciendo presuponer que el pobre padre es un cabestro, que se ha equivocado en la elección de pareja porque tiene que pagar facturas. ¡Pobre mujer! ¡qué desgracia! Sólo faltaba la pedida de mano y la entrega de la dote, costumbres que en nuestra cultura ya no tienen cabida...

2. Ya lo vi en Internet, pero verlo en la televisión impacta. "Adoptauntio.es" Puf... ¿Hace falta que diga algo? Se muestra la variabilidad de hombres que una puede adquirir, según sus preferencias. Es como un mercado de hombres, los cuáles se rebajan a la figura de objeto. Al final del anuncio sale una abuela que rompe el hielo, que hace un chiste y que le da más sentido al nombre del producto: "Adopta un tío". Yo, en mi búsqueda de pareja, no pretendo adoptar a un hombre, se supone que no seré su madre... a no ser que sea un anciana con nostalgia de criar a un jovenzuelo.  

Así que por un lado, intentan mantener vigentes ciertos roles femeninos y por otro, compensan el machismo con un "hembrismo" apabullante... que al final me recuerda a aquellos anuncios de los años cincuenta en que la mujer le traía el periódico, el puro y el ponche a su marido porque era su obligación, ya que venía de trabajar para la familia. Poco hemos avanzado... Como mujer me entristece ver como se intenta dar la vuelta a la tortilla. Señoras y señores, si no nos gusta que se trate a las mujeres de una manera, no lo deseemos para los hombres. Porque si bien y afortunadamente somos diferentes, tenemos en común que somos personas, vivimos en el mismo mundo y compartimos la sociedad occidental (en otras sociedades tiene problemas más grandes que la imagen de un anuncio... pero eso ya es otro tema más serio).



miércoles, 7 de agosto de 2013

Comentarios sobre el artículo 25.2

Después de mi parón en las entradas del blog debido a falta de inspiración y otras faenas... he perdido el hilo de las psicoexperiencias y hoy me inspira algo más serio que me gustaría compartir.

Lo que escribiré a continuación es mi opinión. Mi opinión intento que sea algo vivo, reflexionado y flexible. A veces no lo consigo. Creo que otras veces intento compartir lo que me pasa por la mente y el corazón, sin demasiada forma... Os hago esta confesión porqué me gustaría explicaros lo que me ha sugerido una cita esta mañana y quizás no sea lo sintética o clara que me gustaría.

En uno de los muros de un centro penitenciario de la provincia de Barcelona he podido leer (y no es un grafitti!): "Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad restaran orientadas hacia la reeducación y la reinserción social"  Art. 25.2 de la Constitución española.

Es bonito, idealista y poco real, desgraciadamente, tanto por el panorama social actual como la realidad del entorno penitenciario.
Sin tener un amplio conocimiento de las instituciones penitenciarias y basándome en mi poca experiencia entrelazada con mis valores, oso opinar sobre este artículo tan "quedabien" de mi amiga la "Consti", que dicho sea de paso, somos de la misma quinta!

La población interna es espectacularmente heterogénea. La facilidad al acceso de la reinserción social es igual de heterogénea y algunas personas lo tendrán más fácil que otras. Pocos recursos, muchas personas, mal repartido.

El concepto reeducación me resulta curioso. Yo me pregunto ¿reeducar, el qué?. Me consta que algunas personas que trabajan allí hacen esfuerzos por "reeducar"... aunque no sé si sería esta la palabra. Aún así, el esfuerzo de algunos profesionales, no siempre es el mismo que el de la institución en general. ¿Reeducar para la no reincidencia? Sólo una parte de los que están cumpliendo condena no son consciente de que ha quebrantado la ley de algún modo y de que eso se considera que está mal. Y como se suele decir, una cosa es la ley y otra la justicia.

Si miro entre líneas el artículo, entiendo que la privación de libertad ha de servir para la reinserción social. Puf, que complicado, ¿no os parece? En la actualidad, son muchas personas de a pie que pretenden poder reinsertarse en (o sentirse parte de) la sociedad. La reinserción social es un camino que hemos de construir todos, ya que tal y como están las cosas hoy día, cualquier puede caer en la exclusión o vivirla muy de cerca. Así que no interesa no perder de vista este objetivo y tener en cuenta la realidad social. 

Como siempre, el contenido de la "Consti" está plagado de buenas intenciones aunque el resultado final no siempre sea el esperado.

PD: Soy consciente que el contenido de esta entrada está un tanto desordenado, pero mi sentir va en dirección de compartir esta inquietud que esta mañana me ha invadido.

jueves, 11 de julio de 2013

Psico-experiencias... Segunda parte

Siguiendo el hilo de la anterior entrada al blog, recurro de nuevo a una duda muy frecuente entre la población.

Por curioso que parezca, mucha gente se sorprende que los psicólogos puedan necesitar seguir una terapia: "¿No te puedes tratar a ti misma?" "Pero ¿cómo es posible que no puedas solucionar tus conflictos internos? Si tú sabes de eso..." ¿Conocéis la expresión En casa del herrero, cuchillo de palo? Pues eso.

En fin... Sin intención de rebajar la dificultad de manejarse con máquinas y repararlas, las personas funcionamos de otra manera. No es como abrir un ordenador y descruzar un cable. Nuestros cables cruzados son un reto mayor que desenredar el cable de los auriculares cuando los sacas del bolso.

No quisiera aburrir a los lectores con descripciones teóricas como los mecanismos de defensa, las resistencias o el autoengaño... pero para que os hagáis una idea es el software de nuestro cerebro, es nuestra manera de funcionar y por mucho que una menda sea psicóloga, a veces no veo lo que tengo delante porque me hace falta reiniciar, pasar el antivirus, desfragmentar e incluso a veces, formatear (y un técnico  a mano siempre va bien para estos menesteres)

En relación a que un profesional de la psicología acuda a terapia me gustaría destacar algunas consideraciones:

- Considero importante que un psicólogo pueda hacer un trabajo de auto-conocimiento para poder ejercer su profesión. Si la terapia, al fin y al cabo, es relación; los humanos somos en gran parte relación... es importante descubrir como nos relacionamos y necesitamos a alguien externo que nos confronte con esta realidad... Nuestro amigos, familia y seres cercanos están demasiado implicados como para aportar su sazón  de manera objetiva a esto (¡aunque no desmereceré su papel en nuestra vida! Es algo vital)

- ¿Qué clase de psicólogos seríamos si no usásemos algo en lo que creemos?

- Y finalmente, ¡qué coj****! Antes que psicólogos somos personas con nuestras miserias y alegrías, defectos y virtudes, éxitos y fracasos... ¡Y reconocerlo es un buen paso!

Así, que ese mito de que un psicólogo se debería poder tratar a sí mismo es cuanto menos una afirmación muy osada e incluso kamikaze. Nunca se me ocurriría ver un cirujano operarse a sí mismo.

Salud! (mental y física!)


domingo, 30 de junio de 2013

¿A qué te dedicas? Soy psicóloga

Parece que el oficio de psicóloga resulta llamativo e interesante. No genera indiferencia, desde luego. Bueno, a mí me fascina, que voy a decir yo.

Al igual que siento profunda fascinación por lo que gira alrededor de sus mitos y tópicos como en cualquier profesión. Bomberos, profesores, médicos, abogados, fontaneros, contables, informáticos, gogos... todos tienen sus tópicos, algunos más ciertos que otros. Los psicólogos no escapamos a ésto.

Pienso que la elección de tu profesión no es 100% casual. Siempre hay algo de tu profesión que te identifica y algo de tu identidad que se refleja en tu profesión.

Dicho esto, me gustaría iniciar con este post el relato de algunas situaciones típicas que me suelo encontrar en alguna interacción social cuando descubren que soy psicóloga.

SITUACIÓN 1:
- ¿A qué te dedicas?
- Soy psicóloga
- ¡Uy, qué miedo! ¿no me estarás analizando? (o respuesta similar)

Ante esta situación suelo tener varias reacciones, ya que no suelo ser psicóloga a tiempo completo. Con el tiempo he de decir que me he relajado y me he acostumbrado. Mis reacciones pueden ser:

1. Les pregunto que de dónde viene ese miedo, como si iniciara un análisis. 
- ¿Miedo? Umm, háblame de ese miedo, ¿por qué?

2. Les hago un falso diagnóstico improvisado.
- Sí, ya me he dado cuento que tienes un marcado carácter obsesivo con rasgos de personalidad esquizoides (y me quedo tan ancha, ¡ja ja!)

3. O les explico que no suelo llevar las gafas de psicóloga todo el tiempo ni voy buscando y escudriñando a todo el mundo.

He de reconocer que la última reacción es la más habitual. Las otras depende de lo juguetona que me sienta. Por otro lado, mis amigos más cercanos me advierten que en ocasiones se me escapa y me sueltan un "ya te salió la vena de psicóloga". No sé, será deformación profesional.

En post venideros ya iré desarrollando otras situaciones que suelen acontecer al confesar mi condición de psicóloga.

viernes, 21 de junio de 2013

Solsticio

Es viernes, nueve y cuarto de la noche más corta y aún es de día. Salgo del gimnasio. El barrio está tranquilo, se nota que este fin de semana tiene un día más. De vuelta a casa, serena, alegre y satisfecha intento cazar la mirada de algún motorista que me cruzo por el camino. Demasiado furtiva, casi insignificante.

Sopla un poco de viento que me hace cerrar los ojos mientras camino. Y me recreo con la sensación agradable de mi cuerpo cansado después del ejercicio. Y mi pelo mojado me refresca las ideas.

Murmullo en las terrazas. Algún petardo solitario seguido de jolgorio adolescente. Pero todo tranquilo, como yo, como mi manera de ver ahora, en este momento la realidad que me rodea. Llego a casa y empieza a brotar mi creatividad con más o menos acierto.

Es viernes, a nuestra espalda una semana que ya no volverá. Ante nosotros un fin de semana veraniego que nos brinda la oportunidad que nos da el tiempo libre y a nuestra disposición.

¿Qué otra cosa podemos hacer a parte de disfrutarlo? Es mi propósito.

domingo, 16 de junio de 2013

Finales felices...

Lo confieso. En ocasiones, veo comedias románticas. Y cuando las veo, me gustan. Sí, me gustan. A pesar que muchas se parecen entre sí, acabo pasando un buen rato.

Las comedias románticas se preparan con los siguientes ingredientes:

- Pareja carismática de actores, normalmente de buen ver.

- Alguno de los dos puede ser el torpe, el duro, el que no se quiere enamorar, el graciosillo...

- Al principio hay conflicto y algo de la trama hace que los protas se vean obligados a estar juntos, pasar tiempo con continuas discusiones y luchas de poder, aliñadas con una visible tensión sexual no resuelta.

- Hay alguna mentira, algo que no se ha confesado o que por vergüenza no se dice en el momento adecuado porque hay riesgo de que lo bonito que está empezando pueda romperse. Esta mentira se acaba averiguando con la consecuente ruptura y decepción.

- Y sobretodo, sobretodo, hay un final feliz. Hay una persecución para no perder a la chica/chico de sus sueños, porque es ahora o nunca... Seguir un taxi, parar un vuelo, interrumpir una boda, etc.

¿Por qué me gustan? Porque me gusta pensar que todo es posible. Me gustan los finales felices. A pesar de haber mostrado partes turbias de su personalidad, por ese amor tan verdadero e intenso merece la pena superar la mentira, el desengaño y las dificultades. Y aunque la peli se acaba sin saber si ese amor es caduco o no, siempre me creo que será perenne, porque quiero quedarme con un buen sabor de boca.


sábado, 25 de mayo de 2013

Sintiendo

Esta mañana he decidido tomar el sol. El sol, el cuál no está creado para ser mirado, sino para ser sentido. Y lo he sentido sobre mi piel, como intentaba llegar más allá de lo que la crema solar le permitiera. Afortunadamente, la brisa, con el frescor típico de la primavera, hacía más agradable la densidad de los rayos de sol.

Enseguida, el sol te obliga a cerrar los ojos y es cuando yo me abandono a los demás sentidos. El oído, el tacto y el olfato despiertan para hacer una fiesta, en ese momento en el que la hegemonía de la vista está de capa caída. ¡Gracias, Sol! 

Y si logro ser capaz de vaciar los pensamientos obsesivos y redundantes que dan vueltas y vueltas en mi mente en los momentos de "relax", encuentro un festival de sensaciones y de experiencias muy gratas.

El tacto. Sobre mi piel la crema y los rayos de sol. De repente, un leve brisa que me pone la piel de gallina. 

El olfato. A parte del olor a crema solar, que siempre me resulta agradable, la brisa trae consigo los olores de la ciudad. En ocasiones, es mejor no olerlos. Estoy en la piscina del gimnasio y muchos hemos decidido tomar el sol después de una clase de deporte, así que imaginaros el olor corporal de algunos mozos y mozas. A parte de eso, las plantas y flores que rodean la piscina traen consigo un aroma neutralizador.

El oído. Sin duda, el que más me ha deleitado. Curiosa de nacimiento (por no decir cotilla, que es una palabra con muy mala prensa), me inmiscuyo en las conversaciones de los demás. Otra manera de analizar y observar el tan fascinante comportamiento humano. ¡Mecáchis, maldito defecto profesional! 

Los jóvenes hablando de su plan de fin de semana. La pareja de amigas comentando la jugada del último ligue de una tercera ausente en ese momento. Las mamis planeando la comida del mediodía y transmitiéndose como sus maridos/parejas aportan su granito de arena en la organización de la casa... Y todo esto, salpicado de las pisadas de correrías de los niños y algunos cantos lejanos de pájaros... 

Fascinante. Porqué yo, aunque ajena a todo esto, soy un elemento más de ese cuadro costumbrista.

Y me faltaría el gusto. El gusto me lo he reservado para la comida. Y sobretodo para el postre... Ummm!

Así que os recomiendo en algún momento intentar dar mayor poder a otros sentidos, ya que algunos somos afortunados de tener los cinco. Y dicen que algunas tienen hasta un sexto... yo creo que sigo buscando el mío, :-/. 


viernes, 17 de mayo de 2013

¿Cómo como?, como como como

Llevo días escudriñándome los sesos pensando cuál de mis múltiples reflexiones diarias pueden ser compartidas en el Mundo Canica. Y es que, a veces, un simple comentario, compartir una simple situación puede devenir en una reflexión más profunda o rescatar ideas, creencias que tenemos en lo más dentro de nuestro pensamiento.

Hoy me gustaría hablar sobre la relación que tenemos con la comida. Quizás pensemos que es una mera necesidad básica que tenemos que cubrir. Y cómo afortunadamente (aunque cada vez menos), en el primer mundo tenemos cubierta esta necesidad, pues creo que nos hemos permitido el lujo de ir más allá.

Los que me conocen saben que soy una persona con hábitos alimentarios peculiares, con manías y gustos. Hay muchas cosas que no me gustan, soy poco arriesgada a probar alimentos nuevos. Pero no pretendo aburriros intentando explicar que la manzana me sabe a corcho y el cordero a lana. Eso daría para otro post.

Lo que me gustaría comentar es cómo, sin darnos cuenta, establecemos una relación con la comida más allá que la de ser el alimento que nos sustente.

Desde que somos pequeños, el comer se trata de algo super importante. Tan importante que a veces los papás y las mamás se apropian de la acción y parece que el bebé tiene la intención de fastidiar. "El niño no ME come". ¡Peligro! Si el niño te comiera alguna vez, sería curiosamente un caníbal! Bromas fuera, con este pronombre los padres ya están dando cuenta de lo importante que es alimentarse y deja entrever que la acción de comer va más allá que la de nutrirse. Es por eso que el niño, que no es tonto, actúa como actúa. No soy experta en la primera infancia, así que no me aventuraré a teorizar sobre el tema. Ahí lo dejo, para que cada uno y una haga su reflexión.

Otro aspecto a destacar son todos los trastornos alimentarios. Están diagnosticados como problemas de tipo psicológico. Esto da clara cuenta que la comida trasciende de nuevo a su función primaria de nutrirnos.

¿Sigo? Venga. Nos bombardean con las dietas y los regímenes  Ahora sabemos mucho de alimentación y hasta la Coca-cola se ha atrevido a hacer campaña contra la obesidad. Me vuelvo loca pensando todo lo que recomiendan comer al día: cinco piezas de fruta, dos litros de agua, un vaso de vino, una nuez, etc... ¡¡¡¡¡Aaaarg!!!!

Y para finalizar, me gustaría comentar un hecho personal. Cuando decidí volar del nido familiar, empecé a comer diferente. Empecé a probar nuevos alimentos que antes desechaba de pleno y sin haberlos probado. Ahora me gustan más cosas. No diré que como mejor, pero sí diferente. La lucha de mis padres porque comiera de todo, se acabó (casi, casi) el día que me marché de casa. Mi relación con la comida cambió el día que la relación con mis padres pasó a otra esfera. ¿Curioso? Quizás no tanto.

¡Ay! ¡Y qué fácil sería que comiéramos cuando tenemos hambre, como nuestro compañeros los animales!

sábado, 4 de mayo de 2013

Aprender

Los que me conocen saben que soy una persona curiosa, ávida de conocimientos y ansiosa por lograr tener múltiples habilidades. Pero siempre me topo con la impaciencia. Y es que aprender no es algo automático, requiere un proceso (más complejo de lo que parece, según me enseñaron los profes de "Aprenentatge i motivació" en la Universidad).

Mi deseo sería que el conocimiento se filtrará directamente a mi cerebro y se instaurara allí, a la espera de ser utilizado. Y que al empezar a hacer alguna cosa, se me diera bien desde principio. Sí, soy así de ilusa. Pero mis deseos, son mis deseos... La realidad me enseña que no seré ni buena guitarrista ni una experta en psicología si no practico y leo MUCHO.

Y ¿por qué os digo esto? Pues porque hoy he vuelto a recordar el esfuerzo que supone aprender.
Esta mañana, he ido al Punto Verde de mi barrio a dejar un microondas escacharrado y vaciar un pote de aceite usado. El Punto Verde  puede ser un paraíso para los amantes de la chatarra y a la vez, un alivio para el ciudadano que decide desprenderse de cachivaches y otras cosas sin sentirse mal del todo, porque algo se podrá aprovechar de ellos.

Resulta que hay un carrito dentro del Punto Verde donde hay libros. Puedes dejar libros y si quieres, llevarte alguno de los que hay. En el carrito, el primer libro era "Introducción al Psicoanálisis". Edición de bolsillo, autor desconocido (al menos por mí), hojas amarillentas y una curiosa ilustración de un buzo en la portada. Me ha seducido. Lo he cogido, lo he ojeado. He pensado "no puedo dejar pasar la oportunidad, puede ser interesante repasar conceptos, aprender de nuevo, bla, bla, bla...". Mientras estaba en estos pensamientos se ha acercado un hombre y ha echado un vistazo a los libros, en busca de algo interesante. Y es entonces cuando he decidido que no tenía sentido coger el libro. He sucumbido a mi realidad, ya que seguramente no lo iba a leer. Tenerlo en casa, no me hace ser más sabia ni aprender lo que hay en él. Y es que sería tan fácil saber sin tener que aprender...


Google imágenes lo tiene todo... Éste es el libro en cuestión. Interesados, dirigirse al Punto Verde de Sant Martí.

jueves, 25 de abril de 2013

¿Conocéis a alguien a quien no le guste la música?

Yo no. Puede ser que conozcamos a alguien a quien no le guste, no se atreva o no sepa cantar. Puede ser que conozcamos a alguien que no tenga mucha idea sobre los tipos de música que hay. Puede ser que conozcamos a alguien que en algún momento de su vida ha decidido no escuchar música. Y puede ser que conozcamos a alguien que piense que Bohemian Rapsody es de Mozart.

Aún así, me cuesta creer que haya alguna persona humana que no le guste la música. Me atrevo a decir que todos hemos cantado alguna vez en nuestras más o menos dilatadas vidas. Pondría la mano en el fuego a que a todos, el alguna ocasión, se nos ha escapado el seguir el ritmo con el pie, la cabeza o las manos.

Y si pensamos en nuestra existencia, siempre nos han acompañado algunas notas. Esas notas que nos acompañan pueden ser compartidas y pueden ser individuales. 

Son compartidas cuando están unidas a momentos en las que estamos con amigos, familiares, compañeros de clase, parejas, etcétera. La canción que bailábamos en la discoteca en el viaje de fin de curso. El CD que sonaba en ese viaje en coche. La melodía que nos enseñó el monitor del esplai con su guitarra...

Y pueden ser individuales, porque para cada uno, cada canción transmite algo y deseamos acercarnos a ese sentimiento en la intimidad de nuestra soledad.

Me cuesta concebir mi vida sin música. Sí, soy muy cantarina y me encanta. Además, si estoy contenta, me pongo música. Si estoy triste, me pongo música. Si estoy aburrida, me pongo música. Si quiero aislarme, me pongo música. Si veo a un bebé, me sale cantarle "L'elefant". Si voy conduciendo, canto voz en grito esos CDs de mixes creados para los viajes por carretera. Si estoy atareada por casa, enciendo la radio. Delante del ordenador, enchufo el Spotify. Y así, podría describir millones de situaciones cotidianas en las que me acompañan canciones.

Esta semana, he experimentado diversos momentos en los que me ha acompañado la música y en la que he compartido comentarios sobre este tema. 

Y a medida que escribo esta entrada, me brotan un montón de ideas, comentarios a colación de este tema. Se me relacionan muchísimas ideas y experiencias que me gustaría plasmar y compartir sobre mis vivencias con la música, pero no acabaría nunca...

Así que finalmente, me gustaría compartir algo con lo que sin duda os sentiréis identificados. ¿Os ha pasado alguna vez, cuando de repente suena esa canción por la radio, que de repente, os transporta al pasado, a ese momento, a esas personas y ese lugar dónde la música fue también protagonista? 

Do, re, mi, fa, sol sostenido! 

martes, 16 de abril de 2013

El ritual de la rutina

"Bip-bip-bip". Son las 7:30h. Suena el despertador y como un autómata lo apago. Salgo de la cama llena de resignación y voy al baño. Es lunes.

rutina.
(Del fr. routinede route, ruta).


1. f. Costumbre inveterada, hábito adquirido de hacer las cosas por mera práctica y sin razonarlas.

2. f. Inform. Secuencia invariable de instrucciones que forma parte de un programa y se puede utilizar repetidamente.

Real Academia Española © Todos los derechos reservados 

Y yo me pregunto en relación a la rutina: ¿somos sus víctimas o sus seguidores?
En muchos momentos deseamos poder luchar para salir de ella, deseamos ser capaces de hacer la maleta y embarcarnos en una aventura (sea Tenerife o sea Katmandú, ¿verdad? Je, je!). Deseamos volver a cometer una locura adolescente, romper las normas a las que nos sentimos atados.

Pero, ¿cuál es la realidad? Que día a día funcionamos en modo automático haciendo nuestras actividades. Que nos da pereza, miedo y no sé qué más, afrontar el devenir de otra manera. Y nos fastidia de manera casi sobrehumana si un lunes a las 8 h se nos ha acabado la mantequilla para el desayuno y tenemos que improvisar como rellenamos la tostada.

Es entonces cuando maldecimos la rutina por atraparnos en sus garras y por no dejarnos ver la oportunidad que nos puede ofrecer algún cambio obligado de planes.

Y como siempre, todo en su justa medida.

domingo, 7 de abril de 2013

Cambios rápidos

A riesgo de parecer que explico historias como el "abuelo Cebolleta", hoy, de nuevo, me doy cuenta de cómo cambian las cosas. Miro atrás y recuerdo que la comunicación era diferente.

Hace unos días, hablando con mi hermano, salió en la conversación el hecho de que hay mucha gente que ha decidido vivir sin televisión. Se puede valorar como un hecho de saneamiento cerebral, como una decisión  a conciencia porque realmente ya no tiene tanta utilidad. Ahora lo que sirve es internet, todo está allí, hasta la "tele". De la radio, a la televisión y de la televisión al ordenador. Vienen con fuerzas las tablets y poco le falta a los móviles para que nos hagan la compra.

Esta mañana, de charla con unas amigas, comentábamos como en nuestra época universitaria empezaba a sonarnos aquello que se llamaba internet. Comentábamos como creamos nuestra primera cuenta de correo electrónico y como de ilusionante era la espera de un mensaje, un e-mail, un "emilio". Esa ilusión se ha ido desvaneciendo y los correos electrónicos se han convertido en algo más práctico. Ahora, casi han pasado a la historia para algún tipo de comunicaciones, porque tenemos el Whatsapp o el Line. Mensajes rápidos, con muchas posibilidades.

Confesaré que siento todavía mucho romanticismo en relación a la comunicación clásica, a las charlas, las conversaciones en persona. Me gusta hablar con la gente cara a cara, verla y hay muchas cosas que siempre es mejor decir con el otro delante. Aún así, siento fascinación por estas nuevas maneras de comunicarnos. No podemos negar que generan relación, mantienen vínculos (y más en personas como yo, que hablar por teléfono produce algo así como urticaria). Son sencillos, fáciles. 

Sin ir más lejos y lo que definitivamente me ha motivado a escribir esta entrada en el blog ha sido como me he podido enterar de una buena noticia. Y no sólo yo, sino unas 15 personas más que estamos en un grupo de Whatsapp. Todos a la vez, todos hemos recibido la noticia al mismo tiempo, todos hemos podido decir lo nuestro, ipso facto. 

Y es cuando me acuerdo de mis abuelos. Me acuerdo porque me encantaría ver que opinan o como viven estos cambios, cambios rápidos que nos obligan a adaptarnos continuamente. Mis abuelos, que  tardaban días y noches en venir del pueblo a Barcelona, que tenían que bajar a llamar a la cabina y que escuchaban por la radio las noticias (noticias que vete tu a saber cuantos días antes habían acontecido).

Todo va muy rápido, nos guste o no. Todo acaba desfasándose, todo excepto el deseo y la necesidad del contacto humano (aunque sea virtual). Somos relación y comunicación. 

sábado, 30 de marzo de 2013

Resucitar VS redecorar

Creo que es más fruto de la casualidad y de cómo decidí distribuir mi tiempo en estos días festivos de Semana Santa, pero después de un día realmente ocupado, he podido (o querido forzosamente, no lo tengo claro) encontrar cierta conexión entre el día que nos marca hoy el calendario y las tareas que me han ocupado.

Me siento orgullosa por haber cumplido el objetivo que inicialmente me había marcado para estos días. Este objetivo era hacer cuatro arreglillos en casa: pintar alguna pared, "restaurar" algún mueble de casa, etc.  Para ello, primero tenía que ir a uno de esos grandes almacenes en los que una mujer como yo, intenta parecer entendida en imprimaciones, brochas y herramientas. Sí, no tengo mucha idea pero le pongo ganas y con eso me basta. Además, el dependiente de la sección de pintura ha tenido paciencia y buen hacer ante mi retahíla de cuestiones de absurdidad variable.

No me detendré en el proceso de las tareas, más que nada por no aburrir al personal lector. Pero puedo resumirlo en que me he dedicado a redecorar mi casa, a realizar pequeños cambios que me van a hacer mi espacio más agradable. No es que sea un gran cambio, pero es un principio. Eso sí, durante el proceso la casa parecía un campo de batalla!

Y aquí viene la conexión con Semana Santa. Mañana es domingo de Resurrección. Desde hace bastantes años siempre he querido dar un significado a la muerte y resurrección de Jesús como algo que acaba para que pueda empezar algo nuevo. Siempre da tristeza porque ya no será igual y porque hay cierta pérdida, pero la esperanza y la ilusión de que empieza algo nuevo hace que esa tristeza sea pasajera.

Todo cambio implica dejar algo atrás y recoger algo que tenemos delante o que construimos para avanzar o estar mejor. A veces una empieza redecorando su casa y quien sabe, puede ser la semilla que haga crecer algo nuevo, inesperado y grato.

Buena Pascua!


viernes, 29 de marzo de 2013

Bienvenidos al Mundo Canica.

Mi nombre es Ana. He decidido embarcarme en la aventura de escribir un blog. ¿Con qué pretensión? No negaré que hay un componente terapéutico en el hecho de plasmar por escrito palabras, ideas, pensamientos, experiencias, etc.

También hay un componente narcisista e incluso, exhibicionista que el mundo virtual ofrece desde el anonimato ya que te puede permitir el jugar a ser.

Sea como sea, pues decido emprender el blog porque me apetece y porque pienso que a lo mejor a alguien le puede interesar.

¿Y de qué trata? Pues de todo y de nada a la vez. Del día a día, de la vida, de las relaciones, de los sueños. Me gustaría poder explicar pequeñas imágenes que en devenir de mi día a día dejan algún tipo de impacto, alguna huella. Y todo bajo mi mirada, la mirada de una mujer entrada en la treintena.

Bienvenidos a mi mundo, el mundo de todos. Para mi, el mundo Canica.