domingo, 16 de junio de 2013

Finales felices...

Lo confieso. En ocasiones, veo comedias románticas. Y cuando las veo, me gustan. Sí, me gustan. A pesar que muchas se parecen entre sí, acabo pasando un buen rato.

Las comedias románticas se preparan con los siguientes ingredientes:

- Pareja carismática de actores, normalmente de buen ver.

- Alguno de los dos puede ser el torpe, el duro, el que no se quiere enamorar, el graciosillo...

- Al principio hay conflicto y algo de la trama hace que los protas se vean obligados a estar juntos, pasar tiempo con continuas discusiones y luchas de poder, aliñadas con una visible tensión sexual no resuelta.

- Hay alguna mentira, algo que no se ha confesado o que por vergüenza no se dice en el momento adecuado porque hay riesgo de que lo bonito que está empezando pueda romperse. Esta mentira se acaba averiguando con la consecuente ruptura y decepción.

- Y sobretodo, sobretodo, hay un final feliz. Hay una persecución para no perder a la chica/chico de sus sueños, porque es ahora o nunca... Seguir un taxi, parar un vuelo, interrumpir una boda, etc.

¿Por qué me gustan? Porque me gusta pensar que todo es posible. Me gustan los finales felices. A pesar de haber mostrado partes turbias de su personalidad, por ese amor tan verdadero e intenso merece la pena superar la mentira, el desengaño y las dificultades. Y aunque la peli se acaba sin saber si ese amor es caduco o no, siempre me creo que será perenne, porque quiero quedarme con un buen sabor de boca.


No hay comentarios:

Publicar un comentario