martes, 26 de septiembre de 2017

El que espera, desespera

Barcelona. Martes, todavía no son las 9h de la mañana. Plaza Catalunya. Paseantes por todos los lados. Algunos están de vacaciones. Otros van a sus quehaceres (trabajo, clase, etc.) Algunos captadores de socios de alguna ONG cargados de optimismo y grande sonrisa. Y una cola. Una cola interminable, parada, llena de gente.
Resoplo y me dirijo al final. Desde la calle Bergara, donde quiero ir hasta el Café Zúrich. Todos vamos a lo mismo: buscar una salida laboral supuestamente mejor. Una salida laboral que requiere esfuerzo, tiempo, ilusión y dinero.
La cola empieza en la oficina de Registro del Ministerio en el área de sanidad. Se han convocado exámenes para obtener plaza de médicos, enfermeros, psicólogos, farmacéuticos y otras profesiones sanitarias.
El examen es en febrero, pero ahora toca presentar la documentación previo pago de tasas.
Paciencia. Se requiere paciencia. En más de una ocasión se me ha pasado por la cabeza marcharme. Me he dicho que es una pérdida de tiempo y no sólo la cola, sino el examen, viendo la de gente interesada en una de las plazas.
Pero no, algo me retiene aquí.
Las 12:10h y no veo la puerta del Registro. Muchos curiosos preguntan a qué se debe esta cola. Se les explica. Algunos respondemos con el morro torcido.
Resulta desesperante. Y sólo toca esperar y esperar. La batería del móvil se va agotando. Repaso redes sociales y sólo se habla del 1O. Me aburre. Me inquieta. Me enfada.
Las 13h. Sigo sin ver la puerta del registro. Necesito ir al baño, pero tengo pocas opciones.
Me he comido las diez uñas de las manos. Me las he limado también. Me enojan las conversaciones ajenas de mi alrededor. Quiero que me atiendan. Me voy desesperando un poco más. Paciencia. Paciencia...
13:23h consigo entrar y tener un número. La gente en la sala de espera jalea alegre porque pronto les tocará. Aprovecho para ir al baño. Alivio. Me siento en la sala de ESPERA. Alivio doble.
Y de nuevo espero. G-172, mesa 11. Mi turno. Allá voy. Una funcionaria aburrida espera a que le entregue la documentación. No me pide nada, se lo entrego todo correctamente. Lo escanea, me entrega los originales con el número de registro y se despide de mí. Son las 14:10h. Cinco horas de cola para una gestión de cinco minutos. Sospecho que algo va mal. Sospecho que el tiempo es un bien infravalorado. Y pienso en otras maneras de invertir mi tiempo. Hoy no he podido ir a trabajar por un funcionamiento deficitario del sistema burocrático. En fin. Ya estoy registrada y ahora a estudiar para el 10 de febrero.

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