lunes, 14 de noviembre de 2016

Se nos va la vida

Llevo una temporada en la que he incorporado en mi vocabulario una frase que repito más de lo que me gustaría: "Se me va la vida"

Y cuándo la utilizo? Pues, cada vez que soy consciente que he pasado el tiempo haciendo algo que no acaba de resultar productivo.

Se me va la vida cuando navego por internet. Al principio voy focalizada a buscar, revisar lo que me interesa o necesito. Pero me doy cuenta que empiezo a dar vueltas por páginas con "los 15 mejores..." y por vídeos graciosos de gatos y bebés. Sí, después de un rato, me doy cuenta que llevos dos horas delante del ordenador.

Se me va la vida en el transporte público. Estoy pensando seriamente contabilizar el tiempo que paso metida en metro o autobús. Puedo decir que es una barbaridad. Pero esta huida de la vida es distinta a la anterior. En esta ocasión sí que siento desasosiego y el deseo de estar en otro lugar, sobre todo a primera hora de la mañana. Ahora mismo, mientras escribo esto, llevamos más de cinco minutos parados en la estación de Plaça de Sants. Vida, no te vayas!!!!

Se me va la vida con algunas conversaciones inoportunas que se alargan más de la cuenta. Aquí se refleja un poco mi inflexibilidad en algunas cuestiones. Y es que, que alguien tenga necesidad de comunicarse contigo no quiere decir que tú, en ese mismo momento, tengas disponibilidad o disposición de comunicarte. Pero bueno, está huida de la vida hay que respetarla. Porque cuando yo quiera comunicarme también me gustará que me escuchen, al menos.

A todo esto, se me sigue yendo la vida en el metro. Seguimos parados. Y ya van 7 minutos.

Se me va la vida haciendo listas de tareas pendientes. Pueden resultar muy prácticas, pero también son una manera fantástica de evitar ponerse manos a la obra para reducir esa lista.

Y así, sigo parada en el metro. 10 minutos...

Bueno, respiraré profundamente, para sentirme viva...

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